Espero ...que ella  me espere


Ayer, en la televisión, los resucitados  contaban  cómo sus familiares los salieron  a recibir. He pensado (tengo tanto tiempo para pensar, en esta cama) que ojalá en el otro mundo encuentre a mi amiga Adelaida.
En una época compartíamos todo. Si  hubiera sabido cómo iba a ser el futuro, hubiera protegido   esa  amistad  pero en la juventud una es tan descuidada. Una tarde, Adelaida me contó que tenía un pretendiente y me describió situaciones muy íntimas, prohibidas. Me parece que  ese día empecé a sentir deseos de pecar yo también.
Durante cincuenta  años Adelaida no me  habló pero una tarde, después de que enterré a  mi marido, a Francisco, apareció en la sala, tomamos   té y desplegamos las fotos del álbum. Yo tenía dos nietos y ella seis. Ese día advertí que se le había pasado el enojo. También me di cuenta de que ambas sabíamos que no había valido la pena  pero no lo dijimos porque ya nada  se podía cambiar, era muy triste. Ojalá hubiera logrado  deshacer  toda esa historia como mis tejidos. Borrar aquella tarde, cuando Francisco  cruzó el puente, del brazo con Adelaida, me extendió la mano y yo sentí que mi cuerpo era un pájaro que podía posarse donde le viniera la gana.
Espero reencontrar pronto a mi amiga así le confieso que  algunos pájaros, encerrados en  jaulas, dejan  de cantar.


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