INFORME SOBRE EL ÚLTIMO PUENTE

                        a Julio Cortázar

El último puente se construyó
con venas,  latidos  residuales,
el tuétano del mundo
que debía resistir  el vuelo de los pájaros.
En su fundación se alojaron
-al bies de  callejones-
el  aliento de mar, el   humo de los blues,
                                                           las  encrucijadas
y  boca arriba, la noche.
Emplazadas entre la profusión  
                                                            y  el  merodeo,
sus coordenadas  exactas,
sus instrucciones para la melancolía.
La herencia para  los hijos de las tardes migrantes
fue el sembradío  en la rivera  más traslúcida,
las tramas insomnes abiertas,
las puertas astilladas
los  sellos  desflorados
 y  por   intentar el asedio
                                                                -otra vez-
el  barquero   transportaba  preguntas.
El último puente  amparó la sencillez,
llovía en París, diluviaban  amores
y había que trajearlos,
bordarles  ciudades asequibles,
tatuajes   rumorosos como el agua
El último puente se urdió
con  las agujas  que  enhebraba   la niebla,
la conspiración de los matices,
la tersa tensión de la zozobra
y el  roce  fugaz,
muy fugaz

                                                           de la palabra.

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